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La filosofía está en ruinas y los biempensantes claman por regresar a alzar la vieja fortaleza de las ideas. Tengamos en cuenta que Alejandro Magno deseó entender a Crates de Tebas, un pensador cínico, y le preguntó si deseaba que reconstruyera su localidad natal. Crates respondió: ¿Para qué exactamente, a fin de que venga otro Alejandro y la vuelva a eliminar? Hete aquí la catástrofe de la filosofía: ¿para qué exactamente reconstruirla otra vez? ¿Para regresar a dejar a la mayor parte de la población fuera de sus murallas?
Si bien Nietzsche nos enseñó a filosofar a martillazos, parte importante de la tradición occidental semeja haber filosofado a partir de somníferos para el lector medio. Si la filosofía desea salir a las calles, no puede ponerse un límite a tratar los temas de la Academia. Los pensadores deberán bajarse los pantalones (como logró, verdaderamente, Diógenes de Sínope) y charlar de la verdad mucho más próxima hasta en la contraportada [las solapas] de los libros, meditando sobre los bostezos, los pies, la sangre, los excrementos o los gilipollas que pueblan el planeta. Hay sorbos filosóficos en los móviles inteligentes, el fútbol, el sexo, las drogas e inclusive en los cubos de Rubik. Y aún quedarían los tragos mucho más esenciales del sujeto contemporáneo: las películas y series que consumimos.
Filosofía a sorbos arroja breves análisis sobre varias películas, series y dibujos animados. En estas páginas, Juego de Tronos es un pequeño tratado sobre la discapacidad, Bola de Dragón una parábola sobre el pavor nuclear, Friends una oda a la mediocridad y Alien una alegoría en clave de terror sobre el parto. Whitehead escribió que la narración de la filosofía occidental es una sucesión de notas caminando de página de Platón, y aquí hallará exquisitos sorbos (notas caminando de página de Aristóteles, Descartes, Kant o Marx) en producciones como Los caballeros del zodiaco, Rick y Morty, V de Vendetta, El bosque o (Des)encanto.
Detallar todo el contenido de este libro es como estimar bebérselo de un tirón. En vez de eso, prueba a ofrecer unos cuantos sorbos…
Si bien Nietzsche nos enseñó a filosofar a martillazos, parte importante de la tradición occidental semeja haber filosofado a partir de somníferos para el lector medio. Si la filosofía desea salir a las calles, no puede ponerse un límite a tratar los temas de la Academia. Los pensadores deberán bajarse los pantalones (como logró, verdaderamente, Diógenes de Sínope) y charlar de la verdad mucho más próxima hasta en la contraportada [las solapas] de los libros, meditando sobre los bostezos, los pies, la sangre, los excrementos o los gilipollas que pueblan el planeta. Hay sorbos filosóficos en los móviles inteligentes, el fútbol, el sexo, las drogas e inclusive en los cubos de Rubik. Y aún quedarían los tragos mucho más esenciales del sujeto contemporáneo: las películas y series que consumimos.
Filosofía a sorbos arroja breves análisis sobre varias películas, series y dibujos animados. En estas páginas, Juego de Tronos es un pequeño tratado sobre la discapacidad, Bola de Dragón una parábola sobre el pavor nuclear, Friends una oda a la mediocridad y Alien una alegoría en clave de terror sobre el parto. Whitehead escribió que la narración de la filosofía occidental es una sucesión de notas caminando de página de Platón, y aquí hallará exquisitos sorbos (notas caminando de página de Aristóteles, Descartes, Kant o Marx) en producciones como Los caballeros del zodiaco, Rick y Morty, V de Vendetta, El bosque o (Des)encanto.
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