LA CONJURACIÓN DE CATILINA

Correspondiente a una famosa familia plebeya, Salustio tuvo una niñez y juventud enfermizas. Ganó las selecciones a cuestor del año 55 a. C. y fue escogido tribuno de la plebe en 52 a. C., exactamente el mismo año en que Clodio fue ejecutado en una reyerta callejera por los seguidores de Milón. Salustio se oponía a Milón y al partido de Pompeyo, tal como a la vieja aristocracia romana. Salustio apoyó el enjuiciamiento a Milón. Asimismo se encaró al popular orador Cicerón.

Fue desde el comienzo un estable partidario de César, al que debía una parte de su ascenso en la política. En el 50 a. C. fue expulsado del senado por el censor Apio Claudio Pulcro bajo la acusación de inmoralidad grave, si bien la auténtica razón podría estribar en su amistad con César. A lo largo de el próximo año, y indudablemente gracias a la predominación del mismo César, fue reinstaurado en el Senado.

A lo largo del año 46 a. C. ejercitó el cargo de pretor, acompañando a César en su campaña de África que acabó con la derrota eficaz de los restos de los partidario de Pompeyo en Tapso. Como recompensa por sus servicios, Salustio fue nombrado gobernador de la provincia de Africa Nova. En este puesto fue culpable de un estado de opresión y extorsión tal, que solo la predominación de César le dejó eludir una condena. A su vuelta a Roma, adquirió y dio enorme esplendor a los conocidos jardines del Quirinal, populares como los Horti Salustiani. Estos jardines, después, pertenecerían a los emperadores.

Salustio entonces se retiró de la vida pública, dedicándose completamente a la literatura histórica, y a desarrollar aún mucho más sus jardines, en los que gastó una gran parte de la fortuna que había juntado.