Cartas I. Cartas a Ático (cartas 1-161D) (Biblioteca Clásica Gredos nº 223)

Las cartas a Ático pertenecen a los mayores legados de la literatura latina: un relato, en tiempos de una excepcional agitación política, de una personalidad inusual que se encontraba en el centro de todo.
En frente de la solemnidad y gravedad de sus tratados y alegatos, la producción epistolar de Cicerón (106-43 a.C.) ha recibido una cuenta menor. No obstante, el grupo de cartas (mucho más de ochocientas) que envió y recibió (de estas segundas se han preservado prácticamente cientos, de autores y estilos muy diferentes) entre los años 68 y 43 a.C. puede ser la una parte de su legado que el lector contemporáneo sienta mucho más próxima, gracias a su viveza y lozanía y por el hecho de constituir una fuente inusual para entender entre las temporadas mucho más emocionantes de la crónica de Roma, el objetivo del intérvalo de tiempo republicano, ya que participó intensamente en la política de este tiempo y sostuvo correo con integrantes de distintas opciones políticas.
Además, Cicerón se nos enseña mucho más íntimamente que algún otro personaje de todo el mundo viejo, ya que en las cartas consigna su carácter y sus acciones.
Tito Pomponio Ático (110-32 a.C.) fue un amigo íntimo de Cicerón, con quien se conocieron en la juventud, en el momento en que estudiaron juntos, y sostuvieron una relación franca hasta la desaparición del escritor. Nativo de Roma, abandonó la ciudad más importante para establecerse en Atenas, donde radicó varios años (su cognomen remite a la célebre región helena). Se abstuvo de alinearse activamente en cualquier facción del agitado periodo de tiempo político de roma, si bien asistió personalmente a integrantes de los dos bandos, y llevó una vida moderada según los preceptos del epicureísmo. Llegó a amontonar una enorme riqueza y adquirió múltiples características en el Epiro. Disponía de varios esclavos que copiaban manuscritos, y que contribuyeron a la difusión de los escritos de Cicerón. Fue amigo de Augusto, y quedó relacionado por línea directa con la familia imperial. Resguardó a Terencia, mujer de Cicerón, en el momento en que este partió al exilio, y su hermana Pomponia se casó con Quinto, hermano de este y asimismo receptor frecuente de sus misivas.
La compilación de cartas a Ático comienza en el año 68. Cicerón se dirigió frecuentemente a él, con aprecio y de forma frecuente en pos de consejo en materias distintas, ya que Ático poesía una cultura muy amplia y extensa: juntos tratan cuestiones de política, literarias, sociales, pero asimismo íntimas. Esta enorme compilación es de una gran espontaneidad