Marruecos y su magia (Un mundo lleno de sorpresas)

Viajar por Marruecos fue una experiencia inolvidable. Me encantó caminar por sus medinas (ciudades viejas) con sus callejones peatonales que mucho más semejan un laberinto y que ocultan patios agradables llenos de luz y color tras testeras insípidas, con sus mezquitas y sus academias coránicas, con sus mercados, sus tiendas de artesanía y sus fuentes, con sus colores y sus fragancias. Percibir su música y gozar de sus bailes habituales. Ornamentar mis manos con henna y gozar de un baño reparador en un hammam.

Conocer la riqueza de sus palacios y sus tradiciones, tal como la de su gastronomía. Sentir la calidez de su gente. Ver a hombres y mujeres vestidos con sus chilabas, unas túnicas que semejan hábitos monacales con todo y capucha, conviviendo con quienes eligieron por la ropa occidental. Sorprenderme de que el burro y la carretilla prosigan siendo métodos de transporte comunes en muchas ciudades, adjuntado con las motos y los coches.

Cotejar todo lo mencionado con la vida en sus “villes nouvelles”, sus ciudades modernas, que bien tienen la posibilidad de compararse con otras de cualquier lugar de este mundo.

Fue impresionante ser testigo de su extendida historia y su deseo de un mejor futuro, las fuerzas que se conjugan para conformar el Marruecos de el día de hoy.