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Pasado un siglo de su aparición, todavía prosigue llamándose inmerecidamente Gripe De españa a la que en 1918 mató a decenas y decenas de miles de individuos. Para acabar con esa injusta adjudicación, es requisito anunciar de qué forma brotó aquella pandemia en USA. Y sorprendernos al entender que el virus mucho más mortal que existió no empezó su expansión en 1918, sino más bien en 1917. Finalmente, importa entender por qué razón el Ejército estadounidense jugó un papel primordial para infectar al planeta con la gripe de america, y de qué forma este papel se disfrazó adjudicando a la gripe el adjetivo de de españa.
En 1918, un médico rural en un pequeño condado del estado estadounidense de Kansas comprobó un brote en especial virulento de gripe. El médico se llamaba Loring Miner y el condado Haskell. La ciudad en que vivía, llamada Santa Fe, el día de hoy no existe. Allí se ha supuesto que brotó la epidemia mucho más mortal que ha popular la raza humana.
Si es poco lo que entendemos del doctor Miner, aun es menor la información sobre el brote de gripe en Haskell en 1918. No solo el médico no dejó memorias, ni quedó indicio del laboratorio en que ha podido estudiar la epidemia, sino ha desaparecido nuestra localidad de Santa Fe, donde se había fundado en 1887 la primera escuela del condado y en 1897 la primera iglesia metodista, y que llegó a contar 1.800 pobladores.
Su caída empezó en 1913, en el momento en que el ferrocarril que paradójicamente llevaba el nombre de Atchison, Topeka & Santa Fe la ignoró al marcar la línea de Dodge City (Kansas) a Elkhart (Texas), forzando a los pobladores a emigrar a 2 novedosas localidades: Sublette o Satanta. La mayoría de las viviendas, según comunicaba ahora The Hutchinson News Tue el diez de septiembre de 1912, serían trasladadas –verdaderamente, tiradas por mulas o en furgones- a Sublette, seis millas al sur.
El 25 de julio de 1918 cerraba sus áreas de trabajo el jornal Santa Fe Monitor, desarrollado en 1888, para moverse a Sublette. El 16 de mayo de 1919, con solo 75 pobladores, Santa Fe perdió la votación por la capitalidad del condado, si bien recurrió el resultado, resuelto en el mes de diciembre de 1920 por el Tribunal Supremo de Kansas en pos de Sublette. De Santa Fe no quedó ningún resto aparente.
Frente a la virulencia de las situaciones registrados, y si bien la gripe no era entre las anomalías de la salud de notificación obligatoria, el doctor Miner solicitó consejo y asistencia al servicio de salud (U.S. Public Health Service), que no le asistió de ninguna manera, y se limitó a difundir en el folleto del 5 de abril, como notificada el 30 de marzo, la presencia de “18 casos de gripe severa, que tuvieron como resultado tres muertes”.
La gripe no era por entonces una patología sobre la que hubiese que reportar la Servicio de Salud. Este aviso es el primer archivo que exhibe sin sitio a duda que la pandemia de gripe de 1918 había surgido en los USA, si bien las notas publicadas en el Santa Fe Monitor sobre la gripe son precedentes (febrero). Y, más que nada, en 1929 se publicó un libro que documenta la presencia de la pandemia en 1917.
El libro en cuestión es el volumen XII de la narración de la sanidad militar estadounidense en la Primera Guerra Mundial –escrito por George R. Callender y James F. Coupal en el contexto de la obra cuyo directivo era Converses Lynch-, destinado a las nosologías respiratorias y los daños producidos por el gas en la guerra (Pathology of the Acute Respiratory Diseases and of Gas Gangrene following War Wounds).
En 1918, un médico rural en un pequeño condado del estado estadounidense de Kansas comprobó un brote en especial virulento de gripe. El médico se llamaba Loring Miner y el condado Haskell. La ciudad en que vivía, llamada Santa Fe, el día de hoy no existe. Allí se ha supuesto que brotó la epidemia mucho más mortal que ha popular la raza humana.
Si es poco lo que entendemos del doctor Miner, aun es menor la información sobre el brote de gripe en Haskell en 1918. No solo el médico no dejó memorias, ni quedó indicio del laboratorio en que ha podido estudiar la epidemia, sino ha desaparecido nuestra localidad de Santa Fe, donde se había fundado en 1887 la primera escuela del condado y en 1897 la primera iglesia metodista, y que llegó a contar 1.800 pobladores.
Su caída empezó en 1913, en el momento en que el ferrocarril que paradójicamente llevaba el nombre de Atchison, Topeka & Santa Fe la ignoró al marcar la línea de Dodge City (Kansas) a Elkhart (Texas), forzando a los pobladores a emigrar a 2 novedosas localidades: Sublette o Satanta. La mayoría de las viviendas, según comunicaba ahora The Hutchinson News Tue el diez de septiembre de 1912, serían trasladadas –verdaderamente, tiradas por mulas o en furgones- a Sublette, seis millas al sur.
El 25 de julio de 1918 cerraba sus áreas de trabajo el jornal Santa Fe Monitor, desarrollado en 1888, para moverse a Sublette. El 16 de mayo de 1919, con solo 75 pobladores, Santa Fe perdió la votación por la capitalidad del condado, si bien recurrió el resultado, resuelto en el mes de diciembre de 1920 por el Tribunal Supremo de Kansas en pos de Sublette. De Santa Fe no quedó ningún resto aparente.
Frente a la virulencia de las situaciones registrados, y si bien la gripe no era entre las anomalías de la salud de notificación obligatoria, el doctor Miner solicitó consejo y asistencia al servicio de salud (U.S. Public Health Service), que no le asistió de ninguna manera, y se limitó a difundir en el folleto del 5 de abril, como notificada el 30 de marzo, la presencia de “18 casos de gripe severa, que tuvieron como resultado tres muertes”.
La gripe no era por entonces una patología sobre la que hubiese que reportar la Servicio de Salud. Este aviso es el primer archivo que exhibe sin sitio a duda que la pandemia de gripe de 1918 había surgido en los USA, si bien las notas publicadas en el Santa Fe Monitor sobre la gripe son precedentes (febrero). Y, más que nada, en 1929 se publicó un libro que documenta la presencia de la pandemia en 1917.
El libro en cuestión es el volumen XII de la narración de la sanidad militar estadounidense en la Primera Guerra Mundial –escrito por George R. Callender y James F. Coupal en el contexto de la obra cuyo directivo era Converses Lynch-, destinado a las nosologías respiratorias y los daños producidos por el gas en la guerra (Pathology of the Acute Respiratory Diseases and of Gas Gangrene following War Wounds).
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