El artista de la cuchilla (Mark Renton nº 4)

Semeja que Begbie, el psicópata de Trainspotting, se ha rehabilitado. Pero el homicidio de uno de sus hijos desatará una espiral de crueldad.

Begbie −el psicópata de aquella pandilla de inadaptados que protagonizaba Trainspotting− se ha rehabilitado. En este momento vive en la costa de California, tiene una vivienda confortable y muy elegante, una mujer llamada Melanie y 2 hijas, un nuevo nombre −Jim Francis− y una exclusiva profesión: es un escultor, famoso por sus senos distorsionados y mutilados de semblantes conocidos. Pero el pasado siempre y en todo momento regresa, y, tras un extraño hecho en el transcurso de un recorrido por la playa en el que su familia se ve conminada por 2 tipos, su hermana llama para reportar de que Sean, entre los 2 hijos de una relación anterior que dejó en Edimburgo, está muerto. Mucho más en concreto: fué ejecutado.

Begbie vuelve al hogar, asiste al funeral de un descendiente al que solamente conoció y, frente la carencia de pistas de la policía, se pone a saber por su cuenta. Estas andaduras detectivescas propiciarán el rencuentro con viejos populares, la destrucción de importantes cuadros, el incendio de una vivienda, un reguero de cadáveres y distintas ocasiones adrenalínicas de crueldad extrema... hasta llegar a una resolución del caso completamente inopinada para el improvisado estudioso. Hasta entonces, Melanie −que asimismo ha aterrizado en Edimburgo cruzando el Atlántico− comienza a conocer puntos de la personalidad de su marido que ignoraba completamente...

El creador vuelve al submundo de Trainspotting para charlar del pasado que nos persigue tirando de la novela negra en versión vibrante y ultraviolenta, con toques de humor feroz a costa del arte contemporáneo. Una exclusiva distribución del novelista escocés mucho más desbocado, cafre y vibrante: ¡Irvine Welsh on fire!