Laberinto

«La escritura de Parra mira con hondura y hermosura nuestros terrenos extremos, beligerante la ceniza a fin de que la luz asome.» Mónica Lavín

2 náufragos, 2 sobrevivientes con mucho más ganas de ahogarse enserio que de proseguir respirando, están una noche en un bar. Se conocen de hace un tiempo, de en el momento en que eran otros. Uno fue instructor de literatura y entrenador de futbol, el otro fue su alumno. En este momento, toman con exactamente la misma feroz especialidad, para apagar la memoria, pero esta se nutre de un mal bastante vivo: de una noche, hace nueve años, donde 2 bandas oponentes de narcotraficantes terminaron con su pueblo.

Primero llegaron mensajes a los celulares. No era la primera oportunidad: los narcos anunciaban el toque de queda y también justo después cortaban las comunicaciones. Darío alcanzó a llegar seguro a casa de sus progenitores con Regla, su novia. Pero no se encontraba Santiago, su hermano menor. Desatendiendo las súplicas de su familia, decidió salir con Regla a buscar a Santiago. De este modo comenzó su obscura odisea, que no habría de finalizar jamás, por el hecho de que el viaje mismo sería la destrucción de la verde Ítaca.

Esta novela es un refulgente artificio literario, un laberinto de ecos y, al unísono, el inexorable testimonio de la desolación que la voracidad del narcotráfico ha sembrado en el norte de este país.