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La novela negra puede y debe romper ciertos moldes: "Precisa ofrecer un salto al vacío, y una extraña pirueta en el aire. El requisito es no tener ni vértigo ni temor", afirma David Llorente.
No tenemos la posibilidad de estar mucho más en concordancia. La literatura noir precisa asimismo de autores con proposiciones atrevidas, peligrosas y que miren el género negrocriminal desde nuevos puntos de vista.
¿Qué sucedería si la historia que se cuenta no es una sucesión de hechos sucesivos, sino más bien simultáneos? La simultaneidad no semeja patrimonio de la literatura, sino más bien, mucho más bien, de la pintura o del cine, pero si las expresiones alcanzan contravenir su naturaleza y trasmitir esa sensación de que todo lo que ocurre, pasa al unísono, entonces aparece un artículo envolvente, prácticamente tridimensional.
Planteamos una lectura donde la brutalidad del asesino en serie se ve cercada de una multitud de historias delincuentes que, al tiempo que nacen, el narrador las hace ocultar. Da igual quién sea el criminal ni qué género de detective haga la investigación. Lo que importa es que el asesino existe.
Max Luminaria era un chaval muy mudo. Sacó la mejor nota de selectividad de toda España y decidió estudiar Medicina. De nuevo, fue el más destacable en los exámenes
No tenemos la posibilidad de estar mucho más en concordancia. La literatura noir precisa asimismo de autores con proposiciones atrevidas, peligrosas y que miren el género negrocriminal desde nuevos puntos de vista.
¿Qué sucedería si la historia que se cuenta no es una sucesión de hechos sucesivos, sino más bien simultáneos? La simultaneidad no semeja patrimonio de la literatura, sino más bien, mucho más bien, de la pintura o del cine, pero si las expresiones alcanzan contravenir su naturaleza y trasmitir esa sensación de que todo lo que ocurre, pasa al unísono, entonces aparece un artículo envolvente, prácticamente tridimensional.
Planteamos una lectura donde la brutalidad del asesino en serie se ve cercada de una multitud de historias delincuentes que, al tiempo que nacen, el narrador las hace ocultar. Da igual quién sea el criminal ni qué género de detective haga la investigación. Lo que importa es que el asesino existe.
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