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Los cronistas mucho más esenciales de México dan voz a la indignación habitual, en entre los países mucho más peligrosos para ejercer el periodismo.
En estas páginas se reúnen los trabajos de múltiples de los cronistas mucho más esenciales de México: Juan Villoro, Lydia Cacho, Marcela Turati, Segio González Rodríguez, Anabel Hernández, Diego Enrique Osorno, y Emiliano Ruiz Parra.
Un alegato indispensable y emocionante que demanda la asoladora situación del país y pone en prueba que la catástrofe nos concierne a todos.
Con prólogo de Elena Poniatowska. Introducción de Felipe Restrepo Pombo.
Todos saben que el trabajo periodístico significa resistencia y frecuentemente poner en riesgo nuestra vida. Nos encontramos en entre los países mucho más peligrosos para ejercer el periodismo, no solo por el acecho de los delincuentes, sino más bien por el hecho de que el poder corruptor de estos convirtió a policías y gobernantes del gobierno en sus socios.
Aun de esta forma, cada notero, desde su trinchera, levanta la voz para mostrar la humillación institucional, la ineficacia de las autoridades, la violación de los derechos humanos, la corrupción, la impunidad, la crueldad. Y en el centro de su escritura están las víctimas, la necesidad de contar sus historias, la necesidad de no olvidar.
Solo una sociedad civil robusta y también informada conseguirá enfrentar el horror y el caos. Solo dando voz a la indignación, México va a poder comenzar a exorcizar sus espectros.
Del prólogo de Elena Poniatowska:
"¿Cuántas 'mayores desgracias' le aguardan a México? ¿Cuántas mucho más habrán de sumarse a las víctimas bajo tierra cuyos cuerpos en este momento se muestran en todo el territorio nacional? ¿Cuántas fosas mucho más quedan por conseguir? Del suelo de México y sus esqueletos sepultados revienta el mal, la íra de vivir en la mitad de tanta podredumbre..."
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