23 maestros, de corazón (Aprender a ser)

Mis estudiantes fueron los enormes profesores que despertaron en mí el deseo de saber a la gente desde su esencia, desde ese rincón al que los dramas, combates y enfrentamientos no tienen la posibilidad de llegar gracias a su gravedad, a su sobrepeso. La esencia es siempre y en todo momento ligera, de ahí que en el momento en que conseguimos vivir ciertos momentos desde ella contamos la sensación de tener alas. En el momento en que descubrí que tener relaciones desde la levedad transformaba a los encuentros entre la gente en algo mágico, enriqueciéndolos alén de lo imaginable, decidí investigar qué óbices son los que nos previenen gozar de formas continuada de semejante joya. Fruto de este trabajo y de mis vivencias con mis estudiantes fue naciendo una exclusiva mirada pedagógica: educar empoderando.Un día en clase recibí de uno de mis estudiantes una lección que cambió mi vida. Yo había sido lo que se puede llamar un óptimo estudiante, encantado con cualquier clase de conocimiento y con un enorme dominio de la expresión redactada y hablada. Mi bagaje lo desembarqué entonces como instructor en mis clases. El día en cuestión se encontraba acorralando con mi dialéctica a mi alumno-profesor, sin percibirme para nada de esto