11 Razones para ser celeste (Por amor a la camiseta)

No alguno puede ser celeste, para eso hay que rifarse como los enormes, no es suficiente con ponerse la remera, hay que llevarla siempre y en todo momento con orgullo, en las buenas y en las malas. Para ser cementero se debe vivir con la pasión que ha caracterizado a entre los mucho más enormes de México: el Cruz Azul, ese equipo de los que no se doblan, de los que resisten y no se achican, sin importar lo más mínimo las condiciones.
Contra tres mudanzas de estadio, innumerables finales de liga con resultado amargo y permanentes críticas repletas de ardor, la Máquina prosigue andando. Quizás el Azul no es el equipo de las considerables victorias, pero es, incuestionablemente, el equipo de las considerables historias.
En estas páginas está la crónica de los que trabajan en grupo, de los que no se rinden jamás, de los que han caído para probar que se precisan agallas para levantarse. Aquí están las once causas por las que es imposible denegar el cariño a la remera celeste.

Con prólogo de Carlos Hermosillo